José Julián, el heroico descamisado


“José Julián, el heroico descamisado”. Una historieta peronista.*

par Marcela Gené




“Oculta en bibliotecas y archivos yace una extraña subcultura, la historia de una relación escondida entre la cultura de masas y la política en la Argentina.” [1]

El verano de 1946 fue, en Buenos Aires, un tiempo de grandes urgencias electorales. Después de la marcha de los trabajadores sobre el centro de la ciudad pidiendo la libertad de Juan D. Perón -el 17 de octubre de 1945- se precipitó el llamado a elecciones para febrero del año siguiente. El Partido Laborista, cuyo candidato era el mismo Perón, contaba con pocos recursos económicos y poco tiempo para organizar su campaña política. En ese clima apareció Descamisada. La revista imposible, un semanario de humor surgido de la iniciativa de un grupo de jóvenes dibujantes, cuyo inesperado éxito de ventas hizo de la revista una pieza clave de la propaganda peronista. Los opositores a Perón – la Unión Democrática- contaban con su propia publicación humorística llamada Cascabel y, a lo largo de un año, el fuego cruzado entre ambas revistas, un combate librado principalmente en el terreno de la imagen satírica, trazó uno de los capítulos más interesantes de los orígenes del peronismo.

Las caricaturas y tiras cómicas funcionaron como dispositivos creadores de modelos dicotómicos,- antiperonista/ oligarca o “gorila” vs. peronista/ “cabecita negra”[2]– contribuyendo a crear un sentido de identidad propio a cada uno de los sectores en pugna y desarticular al adversario. Estas imágenes permiten recuperar una de las formas que asumió el proceso de construcción de identidades políticas en este período de la Argentina del siglo XX, desde un ángulo diverso de aquellos trabajos que han procurado explicar este problema, a través del análisis de los aspectos discursivos o simbólicos.

 

Las relaciones entre política y cultura popular han comenzado a formar parte de las agendas de investigación en los últimos años y, en este sentido, este artículo que propone examinar los usos políticos del humor en el momento constitutivo del peronismo, procura asimismo contribuir al desarrollo de estudios que colocan a la imagen como objeto central de análisis.

Del vasto universo que conforman “las revistas de humor peronistas”- que se cuentan por decenas, y con desigual fortuna en cuanto a su permanencia en el mercado-

nos referiremos específicamente a Descamisada por diversas razones. En primer lugar, por su temprano lanzamiento, apostando por un candidato velozmente ungido y del que se tenían no pocas sospechas. Descamisada es tan inicial como el movimiento mismo, elaborando, desde el terreno del humor, iconografías y lenguajes que no sólo marcaron la vía seguida posteriormente por otras publicaciones de su tipo sino que fueron además rápidamente incorporados a la vida cotidiana.

Asimismo nos interesa examinar la incursión de Descamisada en el fenómeno de la historieta, género de gran expansión en la época, a través de la creación de lo que puede considerarse la primera historieta peronista. Es este el núcleo central de este artículo, en la medida en que permite desvelar un aspecto de “la historia de una relación escondida entre la cultura de masas y la política en la Argentina”, como ha sugerido Oscar Masotta.

“Franca y amplia…como la risa del pueblo”

Sin apoyos publicitarios y con pocos dibujantes en el staff – que parecían muchos más gracias a los seudónimos – Descamisada pone en juego la creatividad puesta intentando conquistar una comunidad de lectores que fuera a la vez potenciales votantes[3].

Los caricaturistas tenían buen material para inspirarse: los candidatos de la oposición a Perón , el Dr. Tamborini y su compañero de fórmula, Enrique Mosca,- el primero por su exceso de peso y el segundo por su apellido-, fueron blancos fáciles para sus invectivas. A medida que se acercaban las elecciones, Descamisada iba sumando artillería pesada en cada tapa y las municiones acertaban invariablemente en Tamborini ( o “Chanchorini”) cuya morosidad y circunspección, según la óptica de la revista, se traducían en variadas imágenes, ya fuera como obeso y “peludo”, una especie de orangután enjaulado junto a una “mosca”, o feminizado, con tacones y pechos, acosado en sueño y vigilia por una “camisa”.

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Año I, no.8, Marzo 1946 Año I, no.1, enero 1946 Año I, no.7, marzo 1946

La lista de “caricaturizables” se ampliaba a un colectivo social que, infaltable en los discursos, los dibujantes de Descamisada moldeaban en paralelo: el “oligarca”. “Don Sanguijuelo”, un empresario explotador , “Colonio”, un adinerado cabeza hueca y “Don Oligarca” son las versiones más ingenuas mientras que en otros casos elaboran una prejuiciosa galería de estereotipos “perversos”- el “judío”, el “comunista”, el “homosexual”, el “capitalista”- a veces fusionados en una misma imagen, reservando para las mujeres de clase alta las características de prostitutas y morfinómanas.

El ansiado día de la elección llegó y con él una explosión de risas. Hasta entonces, Perón no había entrado aún en escena en las páginas de Descamisada, pero una vez que la victoria estuvo confirmada, su figura invadió las tapas. La serie se inauguró con un Perón sonriente guiñando el ojo, en un gesto de complicidad con sus “descamisados”.

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Descamisada, Año I, No.13, 17 de abril de 1946.

En los números siguientes, transformado en deportista, protagonizó las incesantes expresiones de triunfo, donde las metáforas futbolísticas fueron de rigor. Sin embargo, la pelea de box fue la más contundente, cuando Perón, de físico atlético, sonrisa encandilante y apretada gomina, tira fuera del ring – en una cita de la pelea Firpo-Dempsey [4]– al opositor Tamborini. Apelando a la vieja convención representativa de los opuestos absolutos, en la imagen cristaliza más que una realidad palpable, el sentimiento común a los peronistas: el “bien”, lo “bello y conforme” triunfa limpiamente sobre el “mal”, lo grotesco, lo deforme[5].

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Descamisada, Año I, No. 14, Abril 1946.

Desde el punto de vista gráfico, el dibujante proyecta en el cuerpo idealizado de Perón las características que la imaginación popular atribuía al “macho argentino”: carismático, seguro y ganador; consigue dar forma a la representación del nuevo líder en la imaginación popular recurriendo a la metáfora de una pelea atesorada en la memoria colectiva. La imagen de un Perón estilizado, cintura pequeña y largos brazos y piernas, semejante a un actor de cine o a un maniquí de modas, fue el modelo seguido por muchos de los caricaturistas de la revista.


Por unos meses, la risa fue patrimonio de todos. Pero paulatinamente Descamisada fue ganado terreno en la medida en que las usinas de humor opositorse iban desmantelando, cuando avanzaban los mecanismos de censura puestos en marcha por el nuevo gobierno. Una vez asumida la presidencia, Descamisada se transforma en un órgano más de la propaganda estatal, al difundir fotos de acción de gobierno, aunque no pierde su cariz humorístico y las tiras cómicas siguen publicándose regularmente.

Sin embargo, hacia 1948 y cuando el escenario político era ya bien diferente, la revista decide incursionar en uno de los géneros más populares y masivos, que transitaba por entonces su edad dorada: la historieta. En el número 41, del 11 de enero de 1948, se anuncia a página completa la próxima aparición de “José Julián…Otra historieta revolucionaria!!!”. El “descamisado” comenzaba a transformarse en leyenda. ( fig.3)

¿Quien es “José Julián”?

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Descamisada, Año III, No. 41, enero 1948
 

Agraciado muchacho de barrio y trabajador de fábrica, converso del 17 de octubre, José Julián hace su entrada repentina en Descamisada en enero de 1948, donde sin demasiados prolegómenos este descamisado “ejemplar” se libra a la aventura. El cartucho[6] inicial basta para poner en situación al lector, introducir a Perón –que nunca será mencionado con su nombre-, recordar su hazaña y señalar sus enemigos:

 

“en la ciudad del Plata, se había humanizado el capital mediante un líder de la masa obrera. José Julián, comprendiendo que la traición agazapada pretendía hacer volver a su Patria al caos y la miseria, inicia una lucha a muerte contra el sabotaje y la oligarquía. ¡Primero debe vencer al sabotaje! ¡Y aquí empieza la acción del heroico descamisado!”[7].

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Descamisada, Año III, No. 42, enero 1948

En adelante, la trama estalla en una serie de aventuras que se resuelven esquemática y vertiginosamente, desafiando toda regla de verosimilitud. Sólo en tres cuadros, José descubre al obrero traidor y saboteador, lo increpa, es descubierto a su vez como sujeto peligroso y le asestan un golpe brutal, que lejos de invalidarlo, lo reenvía al honrado trabajo en la fábrica en la siguiente escena.

José Julián es un personaje de carácter ambiguo. Híbrido entre el detective y el superhéroe, no termina de identificarse con las características de ninguno de ellos. No sufre transformaciones físicas ni posee poderes especiales, excepto una increíble capacidad de sobreponerse a golpes y torturas espantosas, gracias a una lealtad inquebrantable y la guía de su líder que no le permite desvíos[8]. Tampoco encarna la fuerza de la ley sino que persigue “traidores a la patria” sistemáticamente y por cuenta propia, con el único objetivo de engrosar las filas del movimiento. Ni Superman ni Dick Tracy, José Julián es un justiciero “social[9].

En el contexto internacional de los años 30-50, aparecen algunos notables ejemplos de historietas creadas con fines de propaganda política. No podemos dejar de mencionar la aparición del personaje de Dick Fulmine, un superhéroe “a la italiana” con los rasgos del boxeador Primo Carnera, creado por Carlo Cossio en 1938. Vista con agrado por parte del Ministerio de Cultura Popular del Fascismo, esta historieta marca el fin de la influencia del comic norteamericano en Italia. En EE.UU., Dick Floyd crea en 1942 para el diario comunista de Chicago, “Daily Worker”, el héroe proletario Pinky Rankin[10].

 

Para 1948, la historieta era un género exitoso y contaba con un gran público de lectores. Desde comienzos de la década, la publicación de comics norteamericanos traducidos, muy populares desde los 20, se fue replegando en la medida que aumentaban las tiras de autores argentinos. Batman y Superman conviven con la historieta Cirilo el audaz, un gaucho, héroe autóctono, que responde a la proliferación de superhéroes extranjeros. La situación no podía ser más propicia para lanzar las aventuras de un trabajador peronista, ejemplar en sus acciones y pedagógico en sus afirmaciones, original como personaje – a distancia del gaucho y el cowboy, del policía y el superhombre- y argentino hasta la médula, aún cuando el esquematismo argumental y el conservadurismo visual hicieran de José Julián un producto poco atractivo y con pocas chances de competir con la variedad y calidad que ofrecía el mercado de la historieta.

Ciertamente, la sucesión de las aventuras, que se desarrollan y resuelven velozmente, – a veces hasta dos episodios de peligro en una misma entrega- sacrifica toda expectativa, elimina todo suspense, generando un mecanismo de anticipación del resultado, tan previsible que hasta resulta tranquilizador. En otros términos, la simplicidad del argumento refuerza la condición de “José Julián” como una historieta planificada, y en tanto soporte de mensajes políticos, excluyentemente, limitada en sus posibilidades de provocar efectos de emoción en espera del desenlace. Y es este carácter funcional de la tira y la voluntad de control de sus significados, aún cuando se respetan todas las reglas del género, lo que reduce sus aspectos estéticos.

Desde el punto de vista gráfico, “José Julián” se inscribe en la corriente de la historieta realista, clásica de la época. Realista, en el sentido de la adecuación a los modos de representación figurativa, profuso en la descripción de detalles, y por la ubicación de la historia en espacio y tiempo reconocibles. Es interesante señalar que las aventuras se despliegan en un pasado muy próximo al momento de la publicación: remite al surgimiento de Perón como líder de masas en el 45, cuando todo estaba aún por hacerse, y no a 1948 cuando la presidencia atravesaba su momento más brillante.

Es que como toda narración mítica, José Julián refiere al origen: después de los acontecimientos del 17 de octubre, emprende una campaña evangelizadora a golpes de puño, para concientizar las almas desviadas del camino virtuoso[11]. Así, el peligro acecha tanto en el interior de la fábrica, (la oligarquía explotadora o los obreros saboteadores) como en la otra punta del mapa, en los yerbatales misioneros donde los mensúes son explotados por latinfundistas y manipulados ideológicamente por los comunistas[12]. De la “ciudad del Plata” a la selva de Misiones, José Julián se desplaza en un santiamén, es capturado y torturado por los secuaces de “Cervecemberg” [13]– hasta lo dejan estaqueado a merced de los buitres, consumido por la sed, entre otros infortunios similares- y regresa al Plata con la misma premura a sofocar otros focos de agitación.

José Julián y sus enemigo

Si la “oligarquía” fue el eterno enemigo del peronismo, los comunistas fueron rivales aborrecibles, y a la hora de los discursos caían invariablemente en el mismo saco de los “vendepatria”. Los moscounitas, como se llama a los comunistas en la tira, son los auténticos traidores que “confunden” a los trabajadores con arengas de ideologías extranjerizantes y su peligrosidad reside en que se mimetizan con los partidarios de José Julián, adoptando el mismo aspecto de bellos y fornidos trabajadores. Quien en una viñeta se creía leal amigo, pasa en la siguiente a revelarse como el más vil conspirador, como en el caso de Korius, cuyo nombre sofisticado siembra en el lector alguna sospecha.

Secuaz de la oligarquía, – de los dueños de la fábrica- Korius entrega a José Julián en más de un episodio con la complicidad de Clory, bella y pérfida mujer de cabaret, amante de Cervecemberg (o Gangsterg, según el episodio).

Clory, de impactante belleza, recostada en una chaise longue como una estrella de Hollywood, intenta seducir a un inconmovible José Julián. Las trampas de Clory, en las que fatalmente cae el héroe tan honesto y confiado, producen algún ligero remordimiento en la mujer, aunque no al punto de abandonar su cómoda vida de mantenida.

De una ingenuidad exasperante para el lector, José Julián es casi siempre incapaz de advertir un engaño y tal bondad superlativa, la falta de astucia – impensable en un detective o superhéroe, aunque no son infalibles- lo lleva a vivir situaciones extremas, de las que escapa con la solvencia de un prestidigitador.

Quien en cambio se mantiene alerta es Nora, la novia de José Julián. Actuando como una verdadera detective, escucha conversaciones desde su puesto de secretaria de Cervecemberg y descubre, mediante certeras deducciones, las celadas que le tienden a su novio. De un coraje a toda prueba, Nora es la contrafigura de Clory: decente, aplicada al trabajo y tan leal al líder como su compañero, verdadera encarnación de las “virtudes femeninas” para el peronismo. El dibujante la concibe bella pero recatada en su ropa y actitud, mientras que las curvas de Clory expresan el erotismo aliado a la maldad.

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Descamisada, Año IV, No. 58, octubre 1948

 

El elenco femenino de la tira se completa con Caicobé, una belleza guaraní[14], tan sexy en sus formas como la villana porteña, enamorada silenciosa del protagonista, a quien salva y a su vez es rescatada por él en episodios de gran dramatismo. En algún momento José Julián parece sucumbir a los encantos de Caicobé, pero su fidelidad a Nora es tan inquebrantable como la que profesa por Perón.

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Descamisada, Año IV, No. 56, setiembre 1948

Si los protagonistas responden a estereotipos de belleza publicitaria, los malhechores cargan con rasgos grotescos. Gangsterg, Cervecemberg, los integrantes de la Secta Roja – empresarios agentes del imperialismo-, los especuladores – que acaparan mercadería para enriquecerse a costa del pueblo- se representan panzones, con relojes de bolsillo y el infaltable chaleco, y los moscounitas, barbudos y desdentados. “Buenos” y “malos” pueden ser identificados de un vistazo, en la antinomia “bello”/ “feo”, como corresponde a las reglas del género, antes de abordar la lectura de los globos. En este sentido, el esquematismo moral binario en que se sustenta toda la historia ajusta a la perfección con la representación gráfica basada en estereotipos opuestos.

 
En el nombre de…El Líder
 

Como los estudiosos del fenómeno de la historieta coinciden en señalar, la articulación texto-imagen constituye la esencia de este género, aún cuando esta relación sea asimétrica en el sentido de que puede no haber texto, pero la imagen no puede faltar[15].

Sin embargo, en el caso de “José Julián” el texto es de capital importancia. Perón, que nunca se representa ni se nombra, es constantemente evocado como “El Líder” o directamente con el pronombre “Él”, resaltado en negrita en el mismo texto. “¡La justicia se hará por el camino del trabajo! ¡Así lo ha dicho Él! o “¡Compartamos la gloria de luchar por Él!, son dos ejemplos entre los numerosos de este tipo que pueden citarse. Más allá de que para la sociedad de 1948 fuera impensable desconocer que “el Líder” era Perón, este recurso de alusión por el apodo en el texto, refuerza aún más el sentido de doble pertenencia, tanto a la comunidad peronista como a la comunidad de lectores de Descamisada, que en la realidad, venían a ser equivalentes.

José Julián es el representante de Perón y actúa por delegación, o más bien por inspiración: está tan imbuido de la palabra de El Líder, de Él, que las hace suyas, difundiendo su mensaje en medio de las aventuras. De este modo, se producen ciertos cambios de ritmo en la tira cuando, una vez que la lucha termina, José Julián se detiene a reflexionar en voz alta, en tono de arenga (fig. 7) .

 

“¡Aquí está el progreso! ¡Producir es la consigna! ¡A abrir los surcos de la tierra y a aumentar los plantíos! ¡Por la Patria y por nosotros!” [16].

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Descamisada, Año III, No. 49, mayo 1948

 

Visualmente, este corte en el ritmo del relato se expresa mediante una secuencia de planos general y medio para la escena de la pelea, concluyendo con un primer plano de José Julián, donde el conductor “habla” a través de su descamisado. En este sentido, el texto de la historieta es una pieza retórica oficial más entre tantas otras en circulación en distintos medios.

El interrogante acerca de los lectores de Descamisada se impone y a falta de registros o cartas de lectores que posibiliten acercar alguna respuesta concluyente, nos permitimos arriesgar algunas hipótesis provisorias. Contamos, eso sí, con una única certeza: quien no simpatizara con Perón, difícilmente comprara la revista.

Al igual que muchas de las publicaciones de la época con estas características, Descamisada apuntaba a toda la familia. Barata, con un costo que se mantuvo en los 20 centavos a lo largo de su existencia – cuando un café costaba 10 centavos- implicaba mensualmente unos 40 centavos que cualquier hogar, aún de limitados recursos económicos podía sostener. En tiempos pre-televisivos, estas ediciones semanales o quincenales cubrían gran parte del tiempo destinado al ocio y la diversión y en este sentido Descamisada era capaz de satisfacer estas demandas: revista de humor (político), al que se sumaban la sátira de costumbres, retratos de tipos porteños, chistes de suegras y cierta picardía en las fotografías de pin-up girls, que no necesitaban ocultarse de las miradas de los más chicos. Sin notas periodísticas “serias”, y con excepción de los pocos textos en clave jocosa, Descamisada se sustentaba casi íntegramente en la imagen. Era una revista para ver – y reir- y no para leer.

Es posible que la inclusión de la tira “José Julián, el heroico descamisado” haya tenido entre sus objetivos la captación del público infantil: ejercer una suerte de pedagogía partidaria a través de las aventuras de un “héroe” criollo[17], digno de emulación, tan “real” que se lo mencionaba con frecuencia – en los discursos radiales, por ejemplo-, y en un lenguaje gráfico del que niños y jóvenes poseían las claves.

Cuáles pudieron haber sido los efectos de esta historieta en los lectores adultos,

es una pregunta que quizás nunca pueda ser respondida por completo, en parte por las dificultades de reponer los “horizontes de expectativas” de esos lectores desde una perspectiva del presente[18].

La repetición de situaciones,- el esquema peligro-lucha-triunfo-, generan un mecanismo de previsión del desenlace, similar al del folletín, que producen un efecto placentero y tranquilizador. Más allá de los infortunados avatares de José Julián, de su búsqueda constante de la justicia, el lector cuenta con la certeza del triunfo del héroe sobre la traición: triunfo siempre extensivo a la comunidad peronista que implica al lector emocionalmente. Desde la ficción, se cincelaba un modelo a imitar y se terminaba de moldear la leyenda.

 

La lenta decadencia de Descamisada, la pérdida de interés del público en una revista devenida en portavoz del gobierno, fue también la de la historieta de “José Julián”, que dejó de publicarse de manera tan intempestiva como apareció.

Esta fascinante pieza de “literatura dibujada”, como Masotta definió a la historieta, que recuperamos en estas páginas, jamás fue mencionada en ningún de los numerosos estudios sobre el período. Su hallazgo nos ha permitido reflexionar, desde otro ángulo, sobre un aspecto medular del fenómeno peronista como es el proceso de construcción de identidades así como a desvelar las estrategias estatales de filtración en medios de comunicación populares, otro canal de emisión de mensajes que se suma a los ya disponibles.

El humor gráfico, la historieta de aventuras, los cánticos populares – graciosas rimas con melodías muy conocidas- los slogans, los carteles, las pintadas callejeras, conforman un universo inagotable para comprender el peculiar estilo político del peronismo. Son estas “otras modalidades de producción de significados”[19], las fuentes privilegiadas para iluminar las relaciones entre política y cultura popular, análisis que debe necesariamente ampliarse al período 1930-1960,



[1]* Este artículo es una adaptación de Marcela Gené, « “José Julián, el heroico descamisado”. Una historieta peronista », Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2008, [En línea], Puesto en línea el 16 avril 2008. URL : http://nuevomundo.revues.org/index30547.html.

Oscar Masotta, La historieta en el mundo moderno, Buenos Aires, Paidós, 1968.

[2] Se denominaba “ gorila ” a los antiperonistas. Todavía hoy el término se emplea en el lenguaje político. Por el contrario se llamaban “cabecitas negras” a los peronistas – en la perspectiva antiperonista- identificados con los habitantes de la provincia, de piel y cabello oscuro. Ambas siguen siendo calificaciones muy despectivas.

[3] Descamisada aparece el 26 de enero de 1946 y se mantiene hasta 1949.

 

[4] Luis A. Firpo (“El Toro salvaje de las Pampas”) peleó con Jack Dempsey en EE.UU. en 1923. A pesar de que el argentino lo tiró fuera del ring, perdió la pelea por puntos, considerándose una maniobra del jurado.

[5] Ernst Gombrich, “El arsenal del caricaturista” en Meditaciones de un caballo de juguete, Barcelona, Seix Barral, 1968.

[6] Viñeta que reproduce un texto, a veces con forma de rollo desplegado ubicada al inicio o entre dos viñetas consecutivas, análoga a los rótulos del cine mudo y la voz en off del locutor. Sobre el lenguaje de la historieta, véase Jorge B. Rivera, Postales electrónicas, Buenos Aires, Atuel, 1994; Román Gubern, La mirada opulenta: Exploración de la iconosfera contemporánea, Gustavo Gili, Barcelona, 1987; Román Gubern y Luis Gasca, El discurso del cómic, Cátedra, Madrid, 1988.

[7] Descamisada No. 42, 26 de enero de 1948. La cursiva es nuestra.

[8] “Lealtad” es un término clave en el peronismo que sintetiza la relación de los obreros con Perón. El 17 de octubre se llama “Día de la Lealtad” en recuerdo de la jornada de 1945.

[9] “Justicia social” es otro término capital en el peronismo. Resume las acciones del estado para el bienestar de los trabajadores, que mejoran su calidad de vida, acercándose a la de la clase media. Es similar al concepto de “ general welfare” de Roosevelt.

[10] Oscar Masotta, ob.cit; Jorge Rivera, ob.cit; Manfredo Guerrera, Storia dell fumetto.Autori e personaggidalle origini a oggi, Roma, Tascabili Economici Newton, 1995.

 

[11] La referencia religiosa no es caprichosa. Como se sabe, a través de los discursos y de la elaboración de una liturgia, el peronismo se fue transformando en “religión política”. Véase Mariano Plotkin, ob.cit; Claude Rivière, Les liturgies politiques, Paris, PUF, 1988.

[12] Los yerbatales son campos de cultivo de la yerba mate. Se localizan en la provincia de Misiones, en el norte de Argentina, cerca de Paraguay y Brasil. Los mensúes eran obreros explotados de los yerbatales.

[13] Nombre que usa Descamisada para referirse a Otto Bemberg , industrial de la cerveza. Cerveza+ Bemberg= “ Cervecemberg”. Perfecta encarnación de la “oligarquía” para los peronistas, su fábrica de cerveza fue expropiada.

[14] Guaraní: cultura indígena del norte argentino, de la zona de los yerbatales.

[15] Román Gubern, ob.cit; Jorge Rivera, ob.cit.; Oscar Masotta, ob.cit.

[16] Descamisada, No. 50, 23 de abril de 1948.

[17] El término “criollo” es utilizado en la historieta para designar al protagonista y sus compañeros, diferenciándose de los traidores “extranjeros” e inscribiéndose de este modo en el linaje del “gaucho”.

[18] Hans Jauss, “El lector como instancia de una nueva historia de la literatura” en AA.VV. Estética de la recepción, Madrid, Arco/Libros, 1987.

[19] Pierre Ansart, Ideologías, conflictos, poder, México, La red de Jonás, 1983.